Últimamente, las ciencias de la educación han dado mucha importancia a la interacción, como elemento principal responsable del aprendizaje. Es a través de la interacción con otros cuando se nos abren conflictos cognitivos que nos hacen aprender. Es a través de la interacción entre el nuevo conocimiento y el profesor (mediador) cuando aprendemos. Pero además, sabemos que en determinadas circunstancias los propios alumnos pueden hacer de mediadores. Todos hemos aprendido de compañeros del colegio, o del trabajo. Algunos autores sostienen que, a veces, los alumnos pueden ser mejores mediadores (profesores) que los propios adultos. Lo justifican diciendo que los alumnos son aprendices recientes de los contenidos y, por tanto, son sensibles a los puntos de más ayuda. Además utilizan un lenguaje más directo y cuentan con la ventaja de compartir referentes culturales y lingüísticos. Pero sobretodo, la principal ventaja que la mediación de un alumno tiene sobre la mediación de un profesor es que el alumno puede prestar ayuda individual, a un solo alumno. Mientras que el profesor, generalmente, tiene que repartirla entre los numerosos alumnos del aula.
La tutoría entre iguales es un método de aprendizaje cooperativo basado en la creación de parejas de alumnos, con una relación asimétrica (derivada de la adopción del rol de tutor y del rol de tutorado), con un objetivo común, conocido y compartido (como por ejemplo la adquisición de una competencia curricular), que se alcanza a través de un marco de relación planificado por el profesor.
La tutoría entre iguales es ampliamente utilizada en muchos países (con la denominación Peer tutoring), tanto en la educación reglada como en la no reglada y en todos los niveles educativos y áreas curriculares. Es recomendada por expertos en educación, por ejemplo la UNESCO, como una de las prácticas instructivas más efectivas para la educación de calidad (Topping, 2000).
Podemos encontrar experiencias de tutorías entre alumnos en las cuáles las edades de los componentes de la pareja son diferentes. Son conocidas como cross-age tutoring y, lógicamente, el alumno tutor es el de más edad. Pero también encontramos tutorías con alumnos de la misca edad, menos complicadas de organizar. Según el carácter fijo o intercambiable del rol de tutor y tutorado, podemos distinguir entre tutorías de rol fijo y tutorías recíprocas, en las que el tutor y tutorado intercambian periódicamente el rol.
Nuestro grupo ha diseñado materiales, hasta ahora centrados en la enseñanza y aprendizaje del catalán (Durán, Torró y Vilar, 2003) y el castellano (Durán y Vidal, 2004) para ayudar a introducir la tutoría entre iguales como una opción metodológica que enriquezca la gama de recursos de los centros educativos. Podéis ver un vídeo de una experiencia en secundaria (Departament d’Ensenyament, 2000). Las múltiples y variadas experiencias que se han derivado de ahí, nos permiten ver que no sólo el alumno tutorado aprende -por la ayuda permanente y personalizada que recibe de su compañero tutor-, sino que el tutor también aprende, porque enseñar es la mejor manera de aprender (Duran, 2006).
En los centros educativos, el uso de la tutoría entre iguales llega a ser un instrumento de atención a la diversidad, que moviliza la capacidad mediadora de los alumnos (de darse apoyo para aprender) y que saca partido de las diferencias de nivel entre alumnos (que tanto parecen molestar a algunos docentes).
Conclusión personal
El aprendizaje entre iguales me ha parecido una técnica muy innovadora e interesante: al mismo tiempo que tu aprendes, ayudas a tus compañeros a aprender. Además no solo trabajas el ámbito educativo, sino que también ayudas al alumno a adoptar el rol de profesor y a "ponerse" en lugar del otro. Además el propio alumno se vuelve mas autodidacta permitiendo así que no dependa 100% del profesor.
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